viernes, marzo 23, 2007

Sabiduría ante el infierno interior

EL MEJOR GUERRERO

Cerca de Tokio vivía un gran samurai ya anciano, que se dedicaba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario.

Cierta tarde, un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allí. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: Esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante.

El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Con la reputación del samurai, se fue hasta allí para derrotarlo y aumentar su fama.

Todos los estudiantes se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo acepto el desafío. Juntos, todos se dirigieron a la plaza de la ciudad y el joven comenzaba a insultar al anciano maestro. Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara, le gritó todos los insultos conocidos -ofendiendo incluso a sus ancestros-.

Durante horas hizo todo por provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró.

Desilusionados por el hecho de que el maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:

-¿Cómo pudiste, maestro, soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usaste tu espada, aún sabiendo que podías perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de todos nosotros?

El maestro les preguntó: - Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿a quién pertenece el obsequio?
-A quien intentó entregarlo- respondió uno de los alumnos.
- Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos -dijo el maestro-.

Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo

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3 Comments:

Blogger * said...

ooh! aunque difiero un poco con la idea, puesto que, aunque las respuesta a las provocaciones atiende a la misma barbaridad, qué bonito es mandar al que molesta directito a donde merece llegar...

saluditos!

11:21 p. m.  
Blogger anibal said...

Por eso mismo Hulde, al no aceptar las provocaciones, el provocador es derrotado, me acuerdo de dos frasecillas:
"Dos no se pelean si uno no quiere".
"El mayor desprecio es no hacer aprecio".

Un beso y recuerda: DAR CERA, PULIR CERA.

8:21 a. m.  
Blogger marvision said...

Tenemos que ver al que nos hiere, no como alguien que no nos quiere, sino como una prueba más que el destino nos pone para “darnos cuenta”, si respondemos, es que aún no estamos preparados, si callamos y reímos “nos damos cuenta, y el destino se alía con nosotros para decirnos, prueba pasada.
El otro día he recibido yo un “desprecio” inmerecido, al menos por mi parte, me he dado cuneta que así era, a los dos días esa persona ya no me hizo el desprecio, sino que se unió a mi y a mi forma de ser. Antaño, yo, al el despreciarme, no le hubiese vuelto a hablar y cuando me hablase, le contestaría mal. Esa es mi reacción negativa. Al darme cuenta, yo no le tuve en cuenta lo que me hizo, ni lo que me dijo y le contesté perfectamente, a los dos días él ya se ha unido a mi y he notado como el no era más que un instrumento para que yo siga mi curso de aprendizaje.
Estoy muy agradecida a esta forma de ser que tengo ahora. “Darme cuenta”
Es mi caballo de batalla, la rabia de no poder quedar por encima…soy así, un poco rabiosa, y eso es lo que tengo que limar. Pero voy por buen camino.
Saludos y recordad
Cuando os insulten o os digan algo que no es agradable, reir y agradecer, por supuesto no contestar mal y entender que solo es una prueba más.
Besos, Marvision

11:01 a. m.  

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